jueves, 27 de mayo de 2010

DIEZ MIL JÓVENES EN ECUADOR HACEN PROMESA DE CASTIDAD

En una fiesta juvenil en que celebraron la vida y aceptaron el desafío de defenderla desde su concepción hasta la muerte natural, las arquidiócesis ecuatorianas de Quito y Cuenca reunieron a 10 mil jóvenes que se comprometieron a permanecer castos hasta el matrimonio y, una vez contraído, ser fieles hasta la muerte.


Según señala Amparo Medina, miembro de Acción Provida (Filial de Vida Humana Internacional) , institución organizadora del acto, los miles de jóvenes congregados en el parque El Arbolito, de Quito, participaron de un show artístico y escucharon los testimonios "sobre la verdad del negocio de muerte, de la anticoncepción y del aborto, sobre la mentira del preservativo y las consecuencias de una vida en la anticoncepción".


"Los jóvenes pudieron escuchar también testimonios de mujeres que en las puertas de un abortuario con la ayuda de voluntarias de Provida, pudieron ver qué es un aborto, recibir ayuda y decirle Sí a la Vida. Los gritos de emoción de los chicos al ver a los bebitos y a sus felices madres, fue un sí a la vida", agrega.


Tras las diferentes presentaciones, los miles de jóvenes realizaron su consagración a vivir castamente hasta el matrimonio y, una vez contraído, permanecer fieles hasta la muerte.


"Volveremos a repetir estos actos, por la vida de nuestros hijos y de nuestras familias. Por un Ecuador libre del imperio de la muerte, de la anticoncepción y del aborto", concluye el relato de Amparo Medina.

miércoles, 12 de mayo de 2010

MARCHA EN DEFENSA DEL MATRIMONIO ENTRE VARON Y MUJER

Para que nuestros senadores no aprueben la ley del matrimonio gay

MARTES 18 DE MAYO 18,30 HS. AV. VELEZ SARSFIELD Y DEAN FUNES

MARCHAMOS HASTA PLAZA VELEZ SARSFIELD

CIUDAD DE CORDOBA

¡VENÍ CON TU FAMILIA!

ORGANIZAN: Portal de Belén- Programa Nazaret -

Jóvenes Autoconvocados por la Vida- Nuevo Espacio

· Por que creemos que el matrimonio es una institución abierta a la vida y, por lo tanto, sólo debe celebrarse entre un hombre y una mujer.

· Por que creemos que la familia debe fundarse sobre un papá y una mamá.

· Por que el matrimonio es una institución destinada a la continuación de la especie humana a través de las generaciones y solo la unión entre hombre y mujer hace posible esa meta.

· Por que los niños adoptados tienen derecho, como el resto de los chicos, a experimentar una clara imagen de padre y madre.

· Por que nuestra voz es la de muchísimos que aún están callados y creen en el matrimonio solo entre hombre y mujer.


Marcha de los escarpines ¡UN PASO A LA VIDA CORDOBA!


...UNA HORA DE TU MES PUEDE SALVAR UN BEBE PARA TODO LA VIDA...

"Señores legisladores, no rifen con su voto una vida inocente"

martes, 11 de mayo de 2010

BENEDICTO XVI PIDE A PADRES REZAR PARA QUE SUS HIJOS DESCUBRAN LA PROPIA VOCACIÓN

A las 12.00 (hora local), IV Domingo de Pascua, el Papa Benedicto XVI rezó el Regina Coeli con miles de fieles y peregrinos que se dieron cita para esta ocasión en la Plaza de San Pedro -en el día en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones- y escucharon con atención las palabras que el Papa pronunció resaltando la importancia de la oración para la respuesta de quienes son llamados por Dios a consagrarle su vida.


“La primera forma del testimonio que suscita vocaciones es la oración”, dijo el Papa recordando a la madre de San Agustín, Santa Mónica, quien “suplicando a Dios con humildad e insistencia obtuvo la gracia de ver a su hijo convertirse al cristianismo”, quien a su vez dirá: “Sin incertidumbres creo y afirmo que por sus oraciones, Dios me ha concedido la intención de no anteponer, de no querer, de no pensar, de no amar nada que no sea el alcanzar la verdad”.


El Santo Padre hizo una invitación a los padres a rezar para que el corazón de los hijos se abra a la escucha del Buen Pastor y así cada pequeño germen de vocación llegue a ser un árbol frondoso, lleno de frutos por el bien de la Iglesia y de toda la humanidad”.


“¿Cómo podemos escuchar la voz del Señor y reconocerlo?”, se preguntó el Papa; y respondiendo dijo: “En la predicación de los Apóstoles y de sus sucesores: en ella resuena la voz de Cristo, que llama a la comunión con Dios y a la plenitud de la vida. Solo el Buen Pastor cuida con inmensa ternura a su rebaño y lo defiende del mal, y solo en Él los fieles pueden depositar absoluta confianza”.


El Pontífice exhortó a los ministros ordenados para que se sientan comprometidos por un “cada vez más fuerte e incisivo testimonio evangélico en el mundo de hoy. Recuerden que el sacerdote continua la obra de la Redención en la tierra; sepan detenerse con ganas frente al tabernáculo; se adhieran totalmente a la propia vocación y misión mediante una ascesis severa; sean disponibles al escucha y al perdón; formen cristianamente al pueblo a ustedes confiado; cultiven con cuidado la fraternidad sacerdotal”.


Tras haber rezado el Regina Coeli el Papa dirigió diversos saludos en diversos idiomas a los presentes, y para concluir impartió su Bendición Apostólica.

sábado, 8 de mayo de 2010

8 DE MAYO - NUESTRA SEÑORA DE LUJAN, PATRONA DE LA ARGENTINA


Aquí me pongo a cantar
con cualquiera que se ponga
la mejor, la gran milonga
que se habrá de perpetuar

entre la Pampa y el mar
y el que es mayor que los dos,

cielo estrellado de Dios
donde sus plantas están,

canto a la Flor de Luján,
canto a la Madre de Dios.

Madre de Dios, Madre mía,

y no quiero saber más,
hacéme morir en paz

con Dios y con Vos, María.
Al filo de mi agonía

no recordés mis reveses,
recordá en vez cuántas veces

y ya desde muy guachito
yo te recé el “Bendito”,

la salve y los cinco dieces.
(Leonardo Castellani, Partes de "Payada a la Virgen de Lujan")


LA IGLESIA ES INMACULADA E IMPECABLE IV.

Un pastor solícito por su rebaño


Algunos diarios han tratado de incriminar al Papa Benedicto XVI por encubrimiento de delitos de pedorfilia, en la época en que era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y algunas voces estridentes llegan hasta el extremo de proponer su encarcelamiento.


Según nuestro parecer, ese es el mayor error del adversario en la actual campaña contra la Iglesia. Esta insolencia es lo que ha causado más indignación general, contribuyendo incluso para alertar y enfervorizar a los católicos adormecidos.


La injusticia de los acusadores se muestra más flagrante cuando, al comprobar los hechos, se constata que fue Benedicto XVI, cuando aún era Cardenal, quien más actuó para erradicar el problema, habiéndose acentuado su celo cuando ocupó la Cátedra de Pedro.


Es muy significativa la Carta Pastoral que, poco antes de la Pascua, envió a los católicos irlandeses para ser leída en todos los púlpitos del país. En un gesto sin precedentes, el Santo Padre pedía perdón directamente a las víctimas y a sus familias, expresando su profunda desolación por los “hechos pecaminosos y criminales” de los abusadores. Dirigiéndose a los obispos, resaltaba los “graves errores de juicio” y la “falta de gobierno” de parte de la Jerarquía. Finalmente, subrayaba que la Iglesia está trabajando con ahínco para corregir y remediar el mal que fue practicado.


Destáquese igualmente que, en mayo de 2001, el entonces Cardenal Ratzinger envió una carta a los obispos, ordenando que le fueran encaminadas todas las acusaciones contra clérigos, fuesen viejas o nuevas. Con esa iniciativa, la Santa Sede se adjudicaba la investigación de los abusos y el castigo de los culpables. A partir de entonces, varios acusados tuvieron que enfrentar un proceso canónico completo, muchos fueron reducidos al estado laical, o se dimitieron voluntariamente, mientras otros sufrieron sanciones administrativas y disciplinares, incluyendo la prohibición de celebrar Misa.


Contrariamente a lo que ciertos medios han propagado, la referida carta no prohibía comunicarse con la policía para denunciar eventuales abusos. En realidad, los obispos de algunas partes del mundo — como Estados Unidos, Inglaterra y Canadá — habían adoptado el procedimiento de comunicar a las autoridades policiales, cuando hubiese algún caso confirmado.


Por otra parte, el Vaticano ha establecido normas que tornan rigurosa la selección de los candidatos al seminario. Además, ha llevado a cabo iniciativas como el Año Sacerdotal, aún en curso, y el Congreso Teológico Internacional, realizado en Roma en el último mes de marzo, con el objetivo de renovar el clero y extirpar algunos conceptos erróneos sobre el sacerdocio, causados por una “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura”[71] frente al Concilio Vaticano II.


Esperamos que esas brisas de renovación lleven un poco de consuelo a las víctimas de los horribles delitos cometidos por hombres que, como representantes de Dios, deberían ser los primeros protectores de los niños y de los jóvenes. Nos compadecemos de ellas y compartimos sus sufrimientos y desilusiones, ofreciendo por ellas nuestras oraciones. Por cierto, la tragedia que las afectó nos mueve, una vez más, a recordar con dolor a los incontables niños que fueron víctimas del cruel paganismo en la Antigüedad.


De cada persecución, la Iglesia sale fortalecida


Contemplando su propia historia, la Iglesia Católica puede decir con Cícero: “Alios vidi ventos, alias prospexi animo procellas”[72].


Como en embestidas anteriores, ella saldrá aún más fuerte del actual combate. Numerosas reacciones por el mundo ya anticipan tal desenlace. En Irlanda y en España, las iglesias se llenaron durante la Semana Santa como hacía muchos años no ocurría. En los Estados Unidos, en Inglaterra y en otros países de Occidente, el número de conversiones aumentó. Varios periodistas, muchos de los cuales no católicos, tomaron la defensa de la Iglesia. ¿Será necesario recordar que las persecuciones son indispensables para el resplandor de la Esposa de Cristo? ¿Y también para su renovación? En efecto, dice San Pablo: “Nam oportet et hereses esse ut et qui probati sunt manifesti fiant in vobis” (“Siendo, como es, forzoso que aún herejías haya”, 1 Cor 11,19).


Para destacar la perennidad de la Iglesia Católica Apostólica Romana, San Agustín nos ha dejado esta sabia reflexión: “Vacilará la Iglesia, si vacila su fundamento. Pero, ¿podrá, por ventura, Cristo vacilar? Ya que Cristo no vacila, la Iglesia permanecerá intacta hasta el fin de los tiempos”[73].


Recordemos que “Dios es el Señor del mundo y de la historia”[74]. Fue El mismo quien decretó que “las puertas del Infierno” no prevalecerían contra su Iglesia (Mt 16,18).



[1] Es necesario exceptuar al pueblo judío. Sin embargo, incluso algunas prácticas del Pueblo Elegido fueron suavizadas por Nuestro Señor Jesucristo, o posteriormente modificadas.

[2] Cf. por ex. ARISTIDES, Apologeticum (escrito entre 123 y 127 d.C.); JUSTINUS, Apología Prima (entre 153 e155 d.C.); ARNOBIUS, Disputationum Adversus Gentes (entre 304 y 312 d.C.).

[3] HERODOTUS. Book 1, “Clio”, n. 181; n. 199. In Kitson, J., Herodotus Website, www.herodotuswebsit e.co.uk, 2003.

[4] The Code of Hammurabi, King of Babylon, About 2250 BCE, traducción para el inglés por Robert Francis Harper, Chicago, University of Chicago Press, 1904, nº 181, 182.

[5] MARTINDALE, C. “A religião dos romanos”, in Christus – História das religiões. São Paulo, Saraiva, 1956, v. II, p. 560-561.

[6] PSEUDO-CLEMENTE. The Recognitions, c. 24.

[7] Ibid., c. 27.

[8] COULANGES, Fustel de. La Cité Antique. Paris: Flammarion, 1984. p. 78, 81, 82.

[9] PSEUDO-CLEMENTE, op. cit., c. 25.

[10] The Code of Hammurabi, op. cit., n. 110, 132, 141, 143.

[11] COULANGES, op. cit., p. 78.

[12] Ibid., p. 81.

[13] Ibid., p. 81-82.

[14] Ibid., p. 82.

[15] DANIEL-ROPS, [Henri Pétiot]. A Iglesia dos Apóstolos e dos Mártires. São Paulo, Quadrante, 1988. p. 126-130

[16] KOLOGRIVOF, Ivan (dir). Ensaio de suma católica contra os sem-Deus. Rio de Janeiro: José Olympio, 1939. p. 380-381.

[17] JOLOWICZ, Herbert Felix; NICHOLAS, Barry. Historical introduction to the study of Roman Law. London: Syndics of the Cambridge University Press, 1972, p. 119; COULANGES, op. cit. p. 99.

[18] JOLOWICZ, NICHOLAS, op. cit., p. 114; COULANGES, op. cit., p. 100-101. Ver tb. The Code of Hammurabi, op. cit., n. 117.

[19] JOLOWICZ, NICHOLAS, op. cit., p. 119; COULANGES, op. cit., p. 102.

[20] COULANGES, op. cit., p. 266.

[21] JUSTINUS, Apología Prima, c. 18: PG 6, 370.

[22] DANIEL-ROPS, op. cit., p. 162; The Code of Hammurabi, op. cit., n. 210, 230.

[23] COULANGES, op. cit., p. 267.

[24] COULANGES, Ibid.; MARROU, Henri Irénée. A history of education in antiquity. Madison : University of Wisconsin Press, 1982, p. 20, 23, 31.

[25] DANIEL-ROPS, op. cit., p. 128.

[26] JOLOWICZ, NICHOLAS, op. cit., p. 133-138, 277.

[27] WEISS, Juan-Bautista. Historia Universal. V. 3. Barcelona: Tipografía La Educación, 1928, p. 390-391.

[28] DANIEL-ROPS, op. cit., p. 132.

[29] HUBY, J., “A religião dos gregos”, in Christus – História das Religiões. São Paulo, Saraiva, 1956, vol. II, p. 514.

[30] WEISS, op. cit., p. 658-659.

[31] DANIEL-ROPS, op. cit., p. 162.

[32] DEMAUSE, Lloyd. Foundations of Psychohistory. New York: Creative Roots, 1982, p 50-53. Conforme muestra el autor, Roma no quedó libre de este problema.

[33] Es el caso por ejemplo de Adriano, cuyo apego enfermizo a un niño fue novelado por Marguerite Yourcenar en “Mémoires d’Hadrien”.

[34] HERÓDOTUS, op. cit. Book 3, “Thalia”, n. 92; Book 8, “Urania”, n. 105.

[35] Ibid., Book 3, “Thalia”, n. 48; Book 6, “Erato”, n. 32.

[36] AFARY, Janet; ANDERSON, Kevin B. Foucault and the Iranian Revolution. Chicago : The University of Chicago Press, 2005. p. 148.

[37] WOHL, Victoria. Love among the Ruins: The Erotics of Democracy in Classical Athens . Princeton: Princeton University Press, 2002, p. 6.

[38] DEMAUSE, op. cit., p 51. El autor cita a Plutarco, que hace referencia a la existencia del mismo mal también en Roma.

[39] WOHL, op. cit., p. 150; AFARY, ANDERSON, op. cit., p. 148; MARROU, op. cit., p. 26-37.

[40] WOHL, op. cit., p. 226; AFARY, ANDERSON, op. cit., p. 148-149; MARROU, op. cit., p. 31.

[41] WOHL, op. cit., p. 87, 226 et passim; AFARY, ANDERSON, op. cit., p. 4, 148. MARROU, (op. cit., p. 366), elogia el silencio de Homero sobre la pederastia, lo que constituye una excepción honrosa entre los escritores de entonces. Según parece, él “decidió ignorar una bien conocida institución de su época”.

[42] MARROU, op. cit., p. 33.

[43] WOHL, op. cit., p. 4.

[44] MARROU, op. cit., p. 366.

[45] WOHL, op. cit., p. 8, 48; AFARY, ANDERSON, op. cit., p. 144, 145, 150, 151.

[46] JUSTINUS, op. cit, 27: PG 6, 370. Ver también DEMAUSE, op. cit., p. 52-53.

[47] Apología, 50,13.

[48] MINUCIUS FELIX, Octavius, cap. 9; LECLERCQ, Henri, P. Verbete: “Accusation Contre les Chrétiens”, in Dictionnaire d'Archéologie Chrétienne et de Liturgie. V. 1, 1e partie. Paris: Letouzey et Ané, 1924. Cols. 274, 275.

[49] JUSTINUS, op.cit., c. 27.

[50] ARNOBIUS, op. cit., l. 2., n. 70.

[51] LEÃO XIII. Encíclica Immortale Dei. 1/11/1885, n. 28.

[52] WHITE, Lynn. Medieval Religion and Technology. Berkeley and Los Angeles : University of Los Angeles Press, 1978, p. 22.

[53] Ver, por ejemplo, WOODS, Thomas E. How the Catholic Church Built Western Civilization. Washington , DC : Regnery, 2005; STARK, Rodney. The Victory of Reason. How Christianity Led to Freedom, Capitalism, and Western Sciences. New York: Random House, 2005; PERNOUD, Régine. Pour en finir avec le Moyen Âge. Paris: Seuil, 1977; SWEENEY, Jon M. Beauty Awakening Belief. London : Society for Promoting Christian Knowledge, 2009; JAKI, Stanley L. Patterns or Principles and Other Essays. Wilmington : Intercollegiate Studies Institute, 1995; JONES, Terry. Medieval Lives. London : BBC Books, 2004; GRANT, Edward. God and The Reason in The Middle Ages. Cambridge : Cambridge University Press, 2001; LINDBERG, David C. (editor). Science in the Middle Ages. Chicago : University of Chicago Press, 1980.

[54] La literatura a este respecto es abundante. Ver, por ejemplo, CARROLL, Janell L.; WOLPE, Paul Root. Sexuality and gender in society. New York: HarperCollins College Publishers, 1996: “En efecto, tener un padrastro es uno de los más potentes pronósticos de abuso sexual” (p. 553). FINKELHOR, David. “Child Sexual Abuse”, in ROSENBERG, Mark L.; FENLEY, Mary Ann (editors). Violence in America. A Public Health Approach. Oxford, New York: Oxford University Press, 1991: “Diversos factores se han revelado consistentemente asociados a un mayor riesgo de abuso: (1) cuando un niño vive sin uno de los parientes biológicos, (2) cuando la madre no está siempre al alcance del niño, en virtud de empleo fuera de casa, o por causa de invalidez o enfermedad, (3) cuando un niño relata que el casamiento de sus padres es infeliz o marcado por conflictos, (4) cuando el niño informa que tiene un relacionamiento pobre con sus padres o es sometido a castigos o a abuso infantil, (5) cuando el niño dice tener un padrastro” (p. 85). Según varios estudios, las niñas que viven con padrastros componen el grupo de más alto riesgo. Por tal razón, Finkelhor, una renombrada autoridad en esta materia, piensa que las familias en las cuales hay padrastros deberían ser foco de políticas para prevenir abusos (FINKELHOR, David; and associates. A sourcebook on child sexual abuse. Newbury Park , CA : Sage Publications, 1986, p. 77-79). En el mismo sentido, la Radio Vaticano, en la edición de 5/4/2010 del Radiogiornale, expresando extrañeza por la paradójica campaña contra la Iglesia, recuerda que según los datos oficiales, los principales culpados del abuso sexual de niños no son sacerdotes. Es lo que señala un relato del gobierno americano, de 2008, según el cual “más del 64% de los abusos son perpetrados por padres, parientes u otras personas que viven en la misma casa, por lo tanto, en el ámbito de las relaciones familiares. En las escuelas del país, casi el 10% de los jóvenes sufren abusos. Al respecto de los sacerdotes católicos implicados, se estima que sean menos del 0,03%”. Estudios recientes realizados en otros países indican que los dados referentes a Estados Unidos se repiten, con pequeñas variaciones, en todo Occidente. Una estadística publicada en el “Portal da Criança”, de la Secretaría Estatal de Desenvolvimiento Humano (SEDH/PB) del Estado de Paraíba, muestra que el 90% de los casos de pedofilia suceden dentro de casa, siendo que las mayores incidencias ocurren en el siguiente orden: padre, padrastro, hermano, tío, abuelos, padrinos y vecinos (http://crianca. pb.gov.br/ contador/ ?p=479). La revista Veja (18/3/2010, p. 112) informa que, en la clase media brasileña, en el 37% de los casos de pedofilia, el abusador es el padrastro, y en el 34% es el propio padre. Además de esto, en las clases C y D, 74% de las víctimas son hijos de padres separados.

[55] JENKINS, Philip. Pedophiles and Priests: Anatomy of a contemporary crisis. Oxford , New York : Oxford University Press, 1996, p. 55.

[56] Ibid., p. 56.

[57] Ibid., p. 126-128.

[58] TRESE, Leo J. A fé explicada. São Paulo: Quadrante, 2007. p. 147-148.

[59] PAULO VI. Sollemnis Professio Fidei, 19: AAS 60 (1968) 440.

[60] BIFFI, Cardinale Giacomo. Meditazione Gesú di Nazareth, la fortuna di appartenergli. Giubileo Diocesano dei Catechisti, Cattedrale di San Pietro, Bologna, 29/10/2000.

[61] JOURNET, Charles. Il mistero della Chiesa secondo il Concilio Vaticano II. Brescia: Queriniana, 1967, p. 84-85.

[62] Ibid., p. 85.

[63] Ibid., p. 31. Ver tb. CONCILIO VATICANO II, Constitutio dogmática ‘de Ecclesia’ 1,4.

[64] JOURNET, op. cit., p. 91-95.

[65] CONCÍLIO VATICANO II. Sacrossantum Concilium, n. 10.

[66] ARANGÜENA, José Ramón Pérez. A Iglesia. Iniciação à eclesiologia. Lisboa: Diel, 2002. p. 110.

[67] JOURNET, op. cit., p. 89.

[68] KEMPF, Constantino. A santidade da Iglesia no século XIX. Porto Alegre: Barcellos, Bertaso & Cia., 1936. p. 11-12.

[69] CONCÍLIO VATICANO II. Lumen Gentium, n. 15.

[70] BENTO XVI. Discurso. Encontro com os Bispos do Brasil, Catedral da Sé, São Paulo, 11/5/2007.

[71] BENTO XVI, Discurso à Cúria Romana, 22/12/2005.

[72] “Vi otros vientos y enfrenté sin temor otras tempestades” (In L. Calpurnium Pisonem, oratio, 9).

[73] Enarrationes in Psalmos, 103, 2,5; PL, 37, 1353.

[74] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 314.


(Última parte)

jueves, 6 de mayo de 2010

LA IGLESIA ES INMACULADA E IMPECABLE III.

Una civilización gobernada por el Evangelio


La Iglesia Católica terminó venciendo en virtud de la fuerza intrínseca del bien. Y poco a poco, auxiliada por la gracia divina que nunca falla, acogió a los grecolatinos decadentes y a los bárbaros germanos, los convirtió, los educó e inspiró la edificación de una civilización brillante cuyo apogeo, nunca alcanzado antes, ocurrió en los siglos XII y XIII.


En esa época, según dice el Papa León XIII, “la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados”. Entonces, “la influencia de la sabiduría cristiana y su virtud divina penetraban las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos, todas las categorías y todas las relaciones de la sociedad civil”. De la relación armoniosa entre el poder religioso y el temporal, “la sociedad civil dio frutos superiores a toda expectativa, cuya memoria subsiste y subsistirá, consignada como está en innumerables documentos que ningún artificio de los adversarios podrá corromper u obscurecer”[51].


En este tiempo la Iglesia desarrolló la escolástica, edificó las catedrales góticas (con sus vitrales e imágenes), creó las universidades y los hospitales, impulsó las ciencias y el progreso técnico, perfeccionó las relaciones internacionales entre los estados, abolió la esclavitud, contribuyó para el progreso social, elevó la condición de la mujer, de tal modo que, en el siglo XIV, Europa había sobrepasado notablemente a los demás continentes.


Conforme resalta un estudioso del progreso técnico medieval, en aquella época, “por primera vez en la historia se construyó una civilización compleja que no se apoyaba más sobre las espaldas sudorosas de esclavos o de siervos, sino principalmente en la energía no humana”[52].


Cuanto más avanzan los estudios históricos y científicos sobre esta materia, tanto más queda demostrada tal verdad, lanzando por tierra el mito de que la Edad Media fue una era de atraso y opresión. La literatura especializada a ese respecto se ha ido multiplicando[53].


¿Por qué acusar sólo a la Iglesia?


Entretanto, siempre hay minorías disconformes con el dominio de la virtud, de la verdad y del bien, de modo que, periódicamente, la Iglesia es víctima de nuevas embestidas.


Uno de los procedimientos preferidos continua siendo el de acusar a la Iglesia precisamente de los delitos que el propio mundo no se avergüenza de cometer. ¿Cuáles son los mayores destructores de la inocencia infantil hoy en día? ¿Quién promueve una pornografía desenfrenada que no respeta ni edad, ni dignidad y que incita a cometer todo tipo de crímenes sexuales? ¿Quiénes son los que, de todos los modos, presionan a las escuelas para iniciar a los niños en prácticas inmorales? ¿Quién impulsa los cambios en las leyes, para abolir la influencia cristiana y substituirla por la del viejo paganismo? He aquí preguntas que exigen respuestas; he aquí un tema muy apropiado para un futuro estudio.


Consideremos la acusación de pedofilia. Como afirman los especialistas, basados en las indagaciones realizadas hasta ahora, la mayor parte de esos crímenes son cometidos sobre todo dentro de la propia casa, y los abusadores son principalmente los padrastros, seguidos — ¡oh tristeza! — por los padres, por otros parientes y por los amantes de las madres de las víctimas[54]. Curiosamente, nunca se vio a ningún adversario de la Iglesia pedir un estudio serio sobre la relación entre la desintegración de la familia - causa principal de la existencia de millones de padrastros - y los crímenes de pedofilia, ni exigir una investigación sobre los peligros de traer amantes a la propia casa, cuando allí residen menores.


Un detalle importante: la mayoría de los pedófilos son hombres casados. También es digno de nota que todas las religiones tienen miembros envueltos en casos de pedofilia, y algunas en proporciones gigantescas.


¿Por qué, entonces, levantar una campaña internacional solamente contra la Iglesia Católica?


Prueba inequívoca de la santidad de la Iglesia


Resaltemos una vez más: la Iglesia Católica, siempre fiel a las enseñanzas de su Fundador, fue la que hizo cesar en Occidente la práctica de la pedofilia e inspiró el horror a ella.


Por lo tanto, quien ataca a la Iglesia a ese respecto, está utilizando contra ella un valor que a ella pertenece y está implícitamente reconociendo que ella es inatacable a partir de los antivalores del mundo.


O sea, los propios adversarios están proporcionando la prueba de que la Iglesia Católica Apostólica Romana es substancialmente santa.


La Iglesia Católica censura al mundo porque éste es corrompido. Ella exige un alto nivel de comportamiento, casto y puro. Y la feroz e intensa embestida de sus enemigos, injustamente, consiste en procurar acusarla de no practicar la moral que ella misma implantó en la sociedad. A esto se resume la actual campaña publicitaria, en lo que se refiere a la pedofilia.


Más, ¿cómo hacer para incriminar a la Iglesia por las faltas de una minoría de sus miembros? En uno de los estudios más autorizados sobre el problema de la pedofilia, Philip Jenkins analiza las técnicas periodísticas utilizadas para resaltar el contexto institucional en el cual actuaron algunos sacerdotes, en vez de analizar los delitos de individuos que, por acaso, son padres [55]. Para ello, usan títulos sugestivos, juegos de palabras, términos bien estudiados, como por ejemplo: “Y no nos dejes caer en tentación”. Por su parte, programas de televisión sobre los casos de pedofilia colocan como fondo de cuadro ceremonias litúrgicas, música gregoriana, sacerdotes de sotana, de tal forma que la Iglesia queda estigmatizada como conjunto y se hace una asociación visual entre lo que es dignamente católico con la figura de sacerdotes lascivos y cínicos[56].


Ahora bien, médicos, profesores, enfermeros y otros profesionales se cuentan en gran número entre los perpetradores de crímenes de pedofilia[57], pero, ¿quién va a llegar al absurdo de acusar a todos los miembros de esas categorías y a deshonrar a una clase entera por los crímenes de una minoría?


El choque que el delito sexual de un sacerdote causa en la opinión pública - choque justificado, porque la Iglesia Católica es la única institución de la cual se espera que sus miembros sean de una pureza intachable, y que sus sacerdotes sean santos – lo saben explotar los adversarios.


La santidad substancial de la Iglesia


Ante la evidencia de que algunos sacerdotes cometen esos graves delitos, solo queda preguntar ¿cómo puede la Iglesia mantenerse santa?


En realidad, el argumento más fuerte contra la Iglesia Católica siempre fue la vida de los malos católicos. Sin embargo, no nos debe sorprender que en la Iglesia de Cristo haya miembros indignos. El propio Jesús comparó su Iglesia a la red que atrapa a buenos y malos peces (cf. Mt 13, 47-50); al campo donde la cizaña crece junto con el trigo (cf. Mt 13, 24-30); a la fiesta de casamiento, a la cual uno de los invitados se presenta sin el traje nupcial (cf. Mt 22, 11-14)[58].


No obstante, la Iglesia será siempre inmaculada, como destaca San Pablo: “Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por ella. Para santificarla, limpiándola en el bautismo de agua con la palabra de vida, a fin de hacerla comparecer delante de Él, llena de gloria, sin mácula ni arruga, ni cosa semejante, sino siendo santa e inmaculada” (Ef. 5,25-27).


No sucede lo mismo con las instituciones terrenas. Siendo meramente humanas, las fallas de sus integrantes pueden desvalorizarlas. La Iglesia es la única que posee una dimensión divina; por eso, a pesar de las faltas de su dimensión humana, su substancia permanece siempre pura. Ella es santa, porque santo es su Fundador: es la inmaculada Esposa de Cristo. Apenas los hombres de la Iglesia son pecadores, mas la Santa Madre Iglesia no puede pecar.


Ella “es santa”, resalta Pablo VI, “aunque comprenda pecadores en su seno, porque no posee en sí otra vida sino la de la gracia: viviendo de su vida sus miembros se santifican; y sustrayéndose a su vida caen en pecado y en los desórdenes que impiden la irradiación de su santidad”[59]. Por lo tanto, para cualquier miembro de la Iglesia, incluyendo a los pertenecientes al clero, se aplica esta regla: se cae cuando se disminuye el amor y se afloja el compromiso para con la Iglesia.


“En esta perspectiva”, nos dice el Cardenal Biffi, Arzobispo emérito de Bologna, “queda claro que toda nuestra culpa — pequeña o grande — no constituye apenas una infidelidad al amor que nos une al Padre, menoscabo a la obra redentora de Cristo, resistencia a la acción santificante del Espíritu Santo; es además, ultraje y sufrimiento infligidos a la Iglesia. Toda incoherencia con nuestro bautismo es siempre una ingratitud para con aquella que en el bautismo nos engendró, es un atentado contra su belleza de Esposa del Señor; belleza que a los ojos humanos queda ofuscada por nuestro acto reprobable. [...] Mas nosotros, por lo menos, aunque pequemos casi como ellos, nos habituamos a pedir perdón diariamente a esta nuestra Madre queridísima por todo lo que se nos ocurre pensar, decir y hacer con ánimo no integralmente ‘eclesial’”[60].


Los pecadores no pertenecen a la Iglesia por sus pecados, dice el Cardenal Journet, “sino por lo que aún resta en ellos de dones de Dios, por los caracteres sacramentales, la fe, la esperanza teologal, sus oraciones, sus remordimientos. Ellos están como que vinculados a los justos. Se encuentran en la Iglesia provisionalmente para ser, algún día, definitivamente integrados o separados de ella. Están en la Iglesia no de una manera salvífica, mas como paralizados en lo que se refiere a sus actividades más altas y decisivas”[61].


Claro está que la Iglesia “no expulsa a los pecadores de su propio seno, sino sólo su pecado; continua manteniéndolos en sí con la esperanza de poder convertirlos. Lucha en ellos contra el pecado que cometieron”[62].


Resaltando la santidad de la Iglesia que nunca se mancha por los pecados de sus hijos, el Cardenal Journet llama la atención para su íntima relación con cada una de las tres Personas de la Santísima Trinidad: desde toda la eternidad, la Iglesia Católica es conocida y querida por el Padre. Es fundada por su Hijo, que vino para redimirnos por la cruz. Y es vivificada por el Espíritu Santo, que vino para establecer en ella, su morada. La Iglesia entera aparece, así, como el pueblo reunido a imagen de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, de unitate Patris et Filii et Spiritus Sancti plebs adunata”[63].


La relación de la Madre de Dios con la Santa Iglesia es otro factor de santidad. El conocimiento de la verdadera doctrina sobre María será siempre una llave para comprender el misterio de Cristo y el de su Iglesia. La santidad de Nuestra Señora se refleja en la Iglesia, su virginidad, su pureza, su disponibilidad en relación a la voluntad de Dios. También los ángeles del cielo y los bienaventurados mantienen la santidad de la Iglesia, ennobleciendo el culto que ella presta a Dios[64].


Todas las obras de la Iglesia tienen por finalidad la santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios[65]. Entretanto, ella no podría realizar esa finalidad si no fuese santa. De esta forma, aunque en esta tierra sea gobernada y compuesta por pecadores, ella es indefectiblemente santa, conforme lo prueban los abundantes frutos de santificación que ha producido[66]. Una vigorosa señal de esta santidad es la observancia voluntaria de los consejos evangélicos, por los cuales centenas de millares de hombres y mujeres renuncian a todo lo que podrían tener legítimamente en esta vida — familia, bienes, libertad de decisión — para imitar de modo total a Cristo Jesús[67].


La Iglesia tiene el coraje de exigir de todos sus hijos el combate contra el pecado. Muchas almas dicen “sí” a ese llamamiento; sin embargo, en general, el bien que practican permanece escondido. El mal en este mundo cuenta con una publicidad mucho mayor, pues su petulancia solicita la atención de todos. Sea como sea, hombres y mujeres de extraordinaria santidad nunca faltarán en la Iglesia[68], y es como instrumento de santificación que ella pasa por una continua renovación[69].


Resulta, pues, una gran equivocación proponer modificaciones en la estructura eclesial. “Cuando el valor del compromiso sacerdotal es cuestionado como entrega total a Dios a través del celibato apostólico y como disponibilidad total para servir a las almas”, destacaba Benedicto XVI en su venida a Brasil, “dando preferencia a las cuestiones ideológicas y políticas, incluso partidarias, la estructura de la consagración total a Dios comienza a perder su significado más profundo. ¿Cómo no sentir tristeza en nuestra alma?”[70].

(Se compartirá la última parte del informe)